A tí, Axel Eduardo

A ti, mi niño, que has llegado a cambiar la vida de tu madre y por supuesto la mía, te dedico estas líneas.

Bienvenido al mundo. Gracias por escogernos como tu guía y protector en tus primeros años y hasta que tu así lo decidas. Es un delirio el observarte. Desde el momento que te conocí (al salir tu del área de quirófanos) sentí una especie de corriente eléctrica que recorrió todo mi ser. Supe en ese momento lo que era la felicidad. Y eso se reafirmo en el instante que te abrace por primera ves. Tu abuelita Nena te puso sobre mis inexpertos brazos, temeroso de no saber como cargarte. Pero instintivamente supe como hacerlo y te apreté contra mi pecho. Fue un momento único. Tu madre recostada recuperándose del parto recién acaecido contempló esa escena con ojos de amor. No pude contener el llanto. Un sentimiento desconocido hasta ese momento afloró en mi y las lágrimas que derramé en ese instante son las mas puras que puedo tener por alguien.

Después, llegamos a casa contigo luego de una noche en el hospital en la que nos acompañaste y tu mamá y yo nos pusimos como locos cuando te dejaron en el cuarto por la madrugada. Menuda escena. Dos padres inexpertos al cuidado de su pequeño en medio de la noche sin saber bien que hacer. Pero ahí una ves mas, el instinto apareció por parte de ambos para cuidarte y abrazarte.

Al rededor del medio día llegamos a casa de tus abuelitos maternos para comenzar con esta nueva odisea, la de cuidarte. Han pasado ya 10 días hasta este momento y créeme que sin tú poder hablar, me has hecho inmensamente feliz, pleno, orgulloso y a la ves, consiente del peso que tengo ahora ya sobre mi en cuanto a ser un buen padre para ti, y un mejor esposo para tu mamá.

Intentaré ser tu amigo, tu protector, tu guía, tu compañero de juegos, de alegrías y sinsabores. Que es inevitable que los tendrás y nos dolerá el verte triste y desconsolado, pero es parte de la vida. Has venido aquí a sobrevivir. Eso es innegable, sin embargo, ya has llenado con tu luz los corazones de muchas personas. Vive. Goza. Ama. Ríe. Que no estarás solo. Siempre estaré contigo, visible cuando se requiera y en la penumbra cuando tu así lo decidas.

Con los brazos abiertos te hemos recibido. Con lágrimas de alegría, Axel Eduardo. Bienvenido al mundo. Te amo hijo.