Lluvia.
“8 días sin tenerla y extrañarla.
Volver a tener esa sensación de ser purificado, de lavar aunque sea un poco los
pecados – muchos, pocos, algunos grandes otros muy pequeños-, Volver a sentir
que aún Dios nos manda esa bendición, tanto para vivir como para soñar.”
Llevamos unos minutos caminando,
¿Cuántos? No lo sé, solo caminábamos como sin un rumbo fijo a veces hablando, a
veces en cómplice silencio, que solo rompíamos para reflexionar acerca de lo
que nos ha tocado vivir, de cómo nuestros sueños o visiones de cuando éramos
pequeños se han ido diluyendo… si, desvanecido, lavándose como esas manchas de
aceite sobre el pavimento que son una huella inequívoca de los humanos que todo
contaminamos.
Mira –me dijo mi compañero - señalando a alguien con ese tono burlesco
que tanto me recordaba a mí- Ese pobre diablo corriendo y maldiciendo por irse
mojando un poco, cuando no sabe siquiera apreciar la bendición de esta lluvia. Pobre
diablo que no se da cuenta que hay zonas en las que dura 7 o más años sin llover,
donde puedes ver a los animales morir por la falta de agua, y el tan solo por
un “bañito” va chillando.
Yo Sonreí y solo atiné a
contestar: Déjalo, no sabe todo lo que se pierde con esta “agüita”, nosotros
sigamos andando.
Y comenzamos como siempre a
platicar de música, de esa extraña afinidad que habíamos encontrado uno en el
otro por esa bella arte, tan extraña que solía sorprender a mi pareja. Y es que
aun cuando había géneros en los cuales uno conocía un poco más que el otro,
apreciábamos una buena pieza sin importar el género.
Salieron al tema –como no podía ser de otra
forma- canciones cuya letra mencionaban a la lluvia, al agua en sí. Creedence decía el , Doors contestaba yo, recuerda
a Boney M y tu recuerda Milli Vanilly, lo cual ocasionó una que otra palabra obscena estuviera amenizando ese andar
ese viejo recuerdo y el poder redescubrir esa sensación que teníamos años sin probar.
ese viejo recuerdo y el poder redescubrir esa sensación que teníamos años sin probar.
Pero llegó el fin, como toda
historia, como todo sueño. Tuvimos que despedimos, deseándonos suerte como
siempre para después cada quien tomar su camino esperando, pidiendo,
prometiéndonos que esa purificación, no seria la última de nuestras vidas.