1 de septiembre de 2014

Los viejos...

Después de días, meses, añosss (a no verdad, no hay que exagerar :P   ) de no escribir, por fin me aparezco por estos lados, y que mejor manera que hablar de los padres.

Hace unos días por  la mañana, al llevar a mi perrota al veterinario para un baño para tratarle un hongo que trae en la piel (hasta con eso tengo que lidiar jajaja) vi a mi señora madre que venía caminando por la calle, rumbo a casa de mi abuelita, donde ella va cada semana a realizar labores de mantenimiento para conservarla mejor.

Desde que la vi me dio una sensación de gusto, de gozo, de sentir al corazón con una alegría indescriptible. Pero, siempre hay un pero, una vez que la hube saludado desde la camioneta y seguí mi camino, comencé a sentir una nostalgia. Al verla ya caminar lento, sin prisa, verla ya arrugadita y con los signos de la edad no pude evitar el pensar en el adiós, en que ya no son (ambos padres) unos jovencitos, y que cada día que pase es una oportunidad para agradecer a Dios por tenerlos, porque no sabemos en que momento simplemente ya no estarán, y aunque esa parte es la única asegurada que tenemos desde que nacemos y que incluso nos puede llegar a nosotros la muerte primero que a ellos, la lógica hace pensar que nosotros seremos los que les diremos adiós.

Creo que por eso uno como hijo no debe de ser ingrato con ellos y olvidarlos, porque muchas veces cuando crecemos y nos casamos, o simplemente vivimos en otra casa sin estar con ellos, los olvidamos, hacemos más prolongados los encuentros y las pláticas, como si el tiempo nunca nos alcanzara para ellos y va a llegar la ocasión en la que diremos la típica frase: como quisiera que estuvieran aquí aunque fuera por un minuto.
Yo al menos ya comencé a sentir eso, ojalá que aun me duren mucho tiempo más los viejos, para escucharlos, para abrazarlos, para compartir ratos con ellos y que si llego a tener hijos, puedan conocerlos y que vean de donde viene su sangre. Ese deseo es de los mayores que tengo, el tiempo dirá si se me concedió o no. Y aunque sé que quizás nunca vean este blog ellos, se lo digo por aquí también: gracias y los quiero.